Hoy he amanecido con el propósito de dar de baja una línea telefónica, así que ya te puedes imaginar, el buen humor que me provoca llamar a la operadora de turno para que me ponga todos los inconvenientes posibles e imposibles. No, esto no va contra los trabajadores, sí, contra la operadoraaaaaaaaa!!
¡Hala! ¡Ya he descargado!
27 de noviembre de 2012
21 de noviembre de 2012
Do it myself
No soy yo muy de propósitos, prefiero no hacerlos y así, si los incumplo, me ahorro un disgusto o un enfado conmigo misma. Pero sí que me gusta proponerme pequeñas cositas que me mantengan con el cerebro activo.
En un mes, estaremos pendientes de la lotería, rodeados de esos buenos deseos, luces, comilonas, regalos...
Regalos y regalos. ¡Me encanta regalar, casi más que me regalen...!
En un mes, estaremos pendientes de la lotería, rodeados de esos buenos deseos, luces, comilonas, regalos...
Regalos y regalos. ¡Me encanta regalar, casi más que me regalen...!
20 de noviembre de 2012
Y listo!
Cuando llega el atardecer el cuerpo se relaja y la mente también. Y a mi ya no me apetece hacer todas esas cosas pendientes. Mejor, las dejo para mañana, las añado a esa lista de recados, que nunca finalizo.
Y es que cada día hay algo nuevo que sumar, hay mañanas que casi da pereza levantarse, sólo de pensar en esos "pendientes". Antes no acostumbraba a hacer listas, como mucho me anotaba algo en la mano, en mi cabeza estaba todo ordenado.

15 de noviembre de 2012
Esos días
Esos días en los que sin saber porqué, cuesta más sonreír. Esos en los que me quedaría toda la jornada en cama. Esos días en los que todo es mucho más negro que de costumbre y en los que los problemas con los que habitualmente podemos convivir, son un auténtico desvelo.
13 de noviembre de 2012
My suitcase
Cada día me gusta menos hacer la maleta, será porque cada día la tengo que hacer con más frecuencia, cada tres días para ser más exactos.
Y me da pereza, siempre me lo ha dado. Creo que es porque no sé hacerlo en condiciones, pequeña y con lo necesario e imprescinidible. No me decido, no soy previsora, tampoco organizada.
Y me da pereza, siempre me lo ha dado. Creo que es porque no sé hacerlo en condiciones, pequeña y con lo necesario e imprescinidible. No me decido, no soy previsora, tampoco organizada.
9 de noviembre de 2012
Sala de espera
Dos horas y media estuve ayer en la sala de espera de mi doctor, 150 minutos en los que Los ojos amarillos de los cocodrilos (soy carne de bet seller) no consiguieron evadirme completamente de lo que pasaba a mi alrededor.
Una conversación en la que participaban cinco personas, de diferentes edades y por lo que contaban, vidas dispares. Discutían/charlaban sobre la situación del país, que si los recortes, que si los banqueros, que si la izquierda y la derecha, los impuestos y la manipulación informativa ( que no sé cómo, siempre se cuela el temita...)

8 de noviembre de 2012
Plato estacional
Recuerdo cuando mi madre pensaba en voz alta y decía aquello de ¿qué comemos mañana? y yo siempre respondía ¡spaghetti o arroz a la cubana! sin entender cual era la necesidad de variar el menú o la dificultad de hacerlo. Ahora me he descubierto a mí misma pensando, también en voz alta, qué narices comemos hoy.
Y eso que soy de las que digo que cocinar, como comer es uno de esos grandes pequeños placeres, una copa de vino, una nueva receta y una buena canción, para un momento memorable.
Y eso que soy de las que digo que cocinar, como comer es uno de esos grandes pequeños placeres, una copa de vino, una nueva receta y una buena canción, para un momento memorable.
2 de noviembre de 2012
En casiña

1 de noviembre de 2012
Entre cruces
Aunque lo quisiera evitar, las fechas en el calendario seguirían marcando mi vida. Que le voy a hacer, soy más tradicional de lo que creo. Así que, claro, hoy, las principales imágenes de mi cabeza son de cementerios. Y aunque suene, raro, cada vez me gusta más su iconografía. Es como si hubieran pasado de ser, un lugar terrorífico a un local con cierta belleza estética.
Seguro que en esto que acabo de escribir influye el hecho de que durante unos meses, las vistas de mi balcón portugués, dieran a un enorme camposanto, que cada noche era iluminado por cientos de candelas, y que aquella imagen pasó de producirme pavor, a buscarla cada noche antes de acostarme.

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