Dicen las madres, que no hay nada más maravilloso en este mundo, que eso mismo, ser madres. Tal y como están las cosas (¿cuántas veces habremos repetido esa frase en el último año?) podríamos pensar que es una locura aventurarse a formar una familia. A mí me parece algo maravilloso, digno de elogio, incluso de reverencia.
Y es precisamente eso, las primerizas familias, los nuevos pequeñajos, las recién estrenadas mamás, los que hoy me arrancan las sonrisa. Porque mirando esa carita a uno se le olvidan (y relativiza) los problemas. Porque (dicen) que nada iguala ese milagro de la vida.
¡Por esas y esos valientes, gracias por hacernos sonreír en medio de tanto lamento!
En los últimos meses puedo presumir de que muchos a mi alrededor han decidido dar ese paso, y son más felices que nunca. Permíteme ser un poco ñoña y acabar el post con ellos.
¡Bienvenidos Matteo, André y Xoán!!! Y Lucas y a todos los demás... aquí os esperamos!!!
¿Seremos capaces de darles el mundo que merecen?
Best regards.
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