Y quien más quien menos, tendrá alguna en su agenda primaveroveranotoñal, ¿no? Y más allá del esfuerzo económico que requieren, a mí, sí, y lo escribo en mayúsculas para enfatizarlo. ME ENCANTAN LAS BODAS. Soy de esas que llora en la iglesia (aunque el resto del año ni las piso, otro tema ese...) y cuando ve a sus amigos casarse, se imagina cómo sería su boda.
Fuera de los convencionalismos, excesos y los rituales que no comparto, prefiero entender las bodas como un canto al amor, sí al amor de amar, no del querer. A propósito, esta mañana me encontraba con esto:
- ¿Querer mucho es como amar?
- No, amar se conjuga sin adverbio ni condición.
* Katherine Pancol. Las ardillas de Central Park, están tristes los lunes.
La tarta, el baile del feliz matrimonio, la liga, el ramo, el traje de la novia... A mí me gustan más las miradas, las sonrisas, los reencuentros, las flores, los abrazos, las lágrimas, los tocados y las palabras que unos se dedican a otros.

Porque al final, de las bodas nos llevamos (una buena resaca) y recuerdos maravillosos. Y cada uno que viva y celebre su amor como quiera (que muchos no pueden/pudieron hacerlo). Por cierto, felicidades a todos los que estén a punto de dar ese paso... (felicidades Jose y Ana!.)
Para empezar el finde, una melodía que iluminó una divertidísima celebración, ¿no es una fantástica elección para describir como se siente uno en el llamado gran día?
Y si os gustan las bodas, nos os perdáis este blog, La eterna invitada
PD: No me olvido de que este viernes es el Día de la Mujer Trabajadora... pero detesto que tal jornada deba existir. Sin quitar la sonrisa y por si alguien me quiere escuchar, please, igualdad y ¡conciliación! ¡ya!
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