20 de marzo de 2013

92 días y 18 horas

Eso es lo que va a durar la recién estrenada primavera. Hoy el día y la noche tienen la misma duración y ¡por fin llega el cambio de hora!
Esto que acabo de escribir, seguramente ya lo habréis leído o escuchado. ¿Por qué le damos tanta importancia al cambio de estación? ¿Será verdad que la primavera la sangre altera? ¿Por qué nos echamos como locos a la calle cuando sale el sol, nos vestimos con colores más alegres, intentamos disfrutar más del ocio? Nos desperezamos como los osos cuando acaban de invernar.




¿Tendrá algo que ver con la búsqueda de la felicidad? ¡Ésa que hoy estrena su día internacional! por cierto a petición del primer ministro de Bután, Jigme Thinley. Seguramente sí, seguramente consciente o inconscientemente la mayoría de las cosas que hacemos por propia voluntad tienen tras de sí, la intención de sentirnos bien.

Últimamente me he dado cuenta de que aumenta el número de anuncios, de mensajes, de blogs, de libros, de publicaciones y consejos en general, que nos recuerdan que debemos subirnos al carro del optimismo, vivir con alegría y ser lo más felices posibles. Y a veces me empalaga. Porque aunque busco la sonrisa, entiendo esos días en los que no, que no, que no sale y no.

A veces, una jornada de reflexión nos sirve para levantarnos al día siguiente mejor. Ains... esto debe ser fruto de la astenia primaveral. 

La jalea, el deporte, los mimos de mi chico y una buena dosis de antiestamínicos, me ayudarán a combatirla un año más. Porque hoy puede ser un buen día para ser feliz.

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